El amor es la vivencia de otro ser humano, en todo lo que su vida tiene de peculiar y singular

El carácter único de la persona y de su vida puede hacerse valer de un modo más o menos activo por medio de la realización de valores creadores (su trabajo, su manifestación artística, artesanal, culinaria, etc.,..) y también de un modo, en cierta forma pasivo, que es el camino del ser amado.

Este camino del amor o, mejor dicho, el camino del ser amado en que la persona consigue sin preocuparse de hacer nada por su cuenta la realización de lo que va implícito en su persona y en su vida, por el carácter único de una y otra.

En el amor, el ser amado es concebido como un ser peculiar y singular en su ser-así-y-no-de-otro-modo, es concebido como un tú y acogido como tal por otro yo.

Tres “factores” en el amor

  1. Es insustituible e irremplazable para quien le ama sin que por ello necesite hacer nada de su parte. Es apreciado el valor de su personalidad. El amor no es ningún “mérito”, sino sencillamente una GRACIA.

Y no solamente gracia, sino también ENCANTO. Para el amante, el amor hechiza el mundo, lo transfigura, lo dota de un valor adicional. El amor aumenta y afina en quien ama la resonancia humana para la plenitud de los valores. El cosmos entero gana para él en extensión y en profundidad de valor; resplandece bajo la luz brillante de aquellos valores que sólo el enamorado acierta a ver, pues el amor no hace al hombre ciego, como a veces se piensa, por el contrario, le abre los ojos y le aguza la mirada para percibir los valores.

  1. Y como tercer factor, hay que destacar el portento del AMOR. Por medio de él se logra algo inconcebible: dar vida a través de lo biológico a un nuevo ser, el hijo, lleno a su vez del misterio del carácter peculiar y singular de su existencia.

La estructura estratificada de la persona, en cuanto sujeto amoroso, ser que vive el amor y que en el amor al mismo tiempo, “vive” a otro ser.

La actitud más primitiva es la que se refiere a la capa externa: la actitud sexual. De la estampa física de una persona emana el encanto sexual que hace nacer el mismo impulso en la otra persona sexualmente predispuesta, afectando por tanto a esta persona en su corporalidad.

La forma inmediatamente superior de posible actitud ante la otra parte es la actitud erótica, la persona orientada eróticamente en el sentido estricto de la palabra, no es solamente un ser sexualmente afectado sino algo más que una persona que siente excitado su apetito sexual.

Esta forma de actitud ante la otra parte considerada como fase de la relación con ella es la que solemos llamar “enamoramiento”. Las cualidades físicas de la otra parte producen en nosotros una excitación sexual; de sus cualidades anímicas, en cambio, nos “enamoramos”. Conmovido en su emotividad psíquica, conmovido por la psique original (pero no por su peculiaridad única) de la otra parte, por determinados rasgos de carácter que se manifiestan en ella.

El amor (en el sentido estricto de la palabra) es la más alta forma posible de lo erótico (en el sentido más amplio del término), como la más profunda penetración posible en la textura personal de la otra parte, la vinculación con “algo espiritual”.

La relación directa con lo espiritual en la otra parte, constituye, la más alta forma de emparejamiento. Quien ama en ese sentido se ve afectado en lo más hondo de su espíritu por el portador espiritual de lo que en el ser amado hay de corpóreo y de emocional, por su meollo personal.

El amor es la orientación directa hacia la personalidad espiritual del ser amado, en cuanto algo único e irrepetible que verdaderamente ama.

Psic. Mauricio Carvajal Guajardo

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